Hola amigos!
Este postre o desayuno es de las mejores cosas dulces que he probado en mi vida. Literalmente, y mira que me paso el día cocinando, innovando y demás 😉 .
Os recomiendo que lo probéis lo antes posible! Eso sí, se tiene que dar la circunstancia de que no os molesten las texturas algo gelatinosas (por la tapioca, ahora os daré más detalles!) y que os guste el coco. Si es tu caso, de verdad no dejes de hacer esta receta porque es todo un placer…
➡ Sobre la tapioca, os cuento:
- Se trata del almidón de la yuca (también llamada mandioca), una planta muy común en Sudamérica cuyo contenido nutricional es básicamente hidratos de carbono.
- No tiene una cantidad de proteínas, grasas o vitaminas/minerales significativa, de modo que cuando lo consumamos no lo haremos por su “especial aporte nutricional”, más allá de la energía de los carbohidratos.
- Sí que genera “almidón resistente”, al igual que las patatas y otros tubérculos, siendo muy útil para nuestra flora intestinal.
- Apenas tiene sabor, pero por su curiosa forma y textura es ideal para postres como el que hoy os propongo.
- Debajo os cuento dónde comprarla, y os adelanto que es muy barata.
Vamos?
Ingredientes (para 2 raciones):
- 100-150 gr de perlas de tapioca gruesas (las venden en secciones internacionales de hipermercados, tiendas asiáticas o en amazon)
- 200 ml de leche de coco (de la espesa que suele venir en lata)
- 200 ml de leche normal (la que soláis beber)
- 1 cucharada sopera de azúcar (rasa, no muy llena)
- Fruta (la que mejor queda es el mango)
Preparación:
Comenzamos poniendo a hervir abundante agua en un cazo al fuego. Cuando comience a hervir, ponemos las bolitas y bajamos a fuego medio-suave. Tapamos durante 7 minutos y después removemos.
➡ El tiempo de cocción de las perlitas depende muchísimo de la marca/variedad, pudiendo tardar desde 10 minutos hasta 30! La clave para saber que ya están listas es que empiezan a volverse transparentes (no del todo, pero a medias). En mi caso, el tiempo que me indicaba el paquete no fue suficiente, de modo que guiaros más por el aspecto que os comentaba.
Hay que ir removiendo sin perderlas de vista, puesto que se pegan al fondo muy fácilmente.
Una vez que veamos que están bastante transparentes, las escurrimos (como si estuviésemos cociendo pasta) y las volvemos a incorporar al cazo, agregando ahora la leche de coco, la “normal” y el azúcar.
Lo dejamos cocer a fuego suuuper suave, removiendo cada poco tiempo, hasta que esté súper cremoso (como en la foto), unos 10 minutos más.
Servimos en cuencos y dejamos reposar mientras cortamos pequeñito el mango (u otra fruta).
Servimos caliente o templado, a disfrutar!!!