Hola amigos!
Aquí me tenéis una semanita mas 🙂
Como muchos sabéis, hace un par de semanas estuve de vacaciones en Tulum, una zona de México cercana a Cancún que nada tiene que ver con el turismo en masa… Tulum es una parte de la península de Yucatán que aún conserva el encanto local mexicano, y aunque se está potenciando muchísimo el turismo por la zona, se está enfocando de una forma que encontré maravillosa, respetuosa con el entorno (no solo medioambientalmente sino en cuanto a que no encuentras rascacielos ni resorts en línea de playa…) y que te hace sentir realmente de vacaciones…
En relación con la gastronomía, tuve la suerte de visitar multitud de restaurantes tanto locales (en los que únicamente había gente de allí) como internacionales. En ambos casos encontré una calidad EXCELENTE. Me encantó probar platos de cocina mexicana tradicional pero también de fusión, como ceviches con achiote, risotto de huitlacoche y otros platos más que seguramente también os suenen a chino: pronto dejará de ser así, porque pienso hacer mis propias versiones en casa y compartirlas con vosotros!
La receta de hoy es un clásico de allí que quizá conozcáis si habéis visitado algún restaurante mexicano “de los de verdad”.
El mole es una salsa que tiene muchas variedades, siendo la más conocida el mole poblano. Entre sus ingredientes se encuentran chiles (no necesariamente picantes), cacahuete, cacao, galleta salada (tipo Tuc), sal y algunas especias. Se trata de una salsa bastante complicada, por lo que lo más habitual es comprarla semipreparada en polvo o pasta. La venden en tiendas latinas, en Carrefour, o en tiendas mexicanas como las que os comentaba en este post. Os recomiendo las marcas Doña María y La Costena.
Os animáis??
Ingredientes (para 3 raciones):
- 1 solomillo de cerdo grande (o 2 pechugas de pollo enteras sin piel)
- 65 gr aprox de pasta de mole (si es en polvo, seguid las instrucciones del paquete para hidratarlo como sugieran)
- 1 cebolla
- Agua
- Aceite de oliva
- Sal
- Pimienta
- Para acompañar: arroz, mazorca de maíz, frijoles… (al gusto)
Preparación:
Salpimentamos el solomillo (o pechugas) y lo doramos en una cazuela grande con un chorro de aceite a fuego fuerte, por ambas caras. Lo sacamos para emplearlo después.
Cortamos la cebolla en cuadraditos o tiras y la ponemos a pochar en esa misma cazuela, con un chorrito más de aceite, a fuego medio durante 7-10 minutos.
Cuando esté transparente, añadimos la pasta de mole.
Removemos un poco la pasta y agregamos un vaso grande de agua y media cucharadita de sal. Tapamos la cazuela y dejamos cocinar 5 minutos.
Ahora toca volver a meter el solomillo en la salsa. Podemos hacerlo entero o bien previamente cortado en medallones de 1-2 dedos de grosor, como prefiráis! Lo volvemos a meter en la cazuela y lo dejamos a fuego suave hasta que por el centro siga rosadito pero cocinado.
Ya tenemos listo nuestro mole!
Ahora únicamente quedaría preparar los acompañamientos. Podemos cocer arroz, maíz o frijoles, o emplear versiones ya cocidas de los mismos (son de esos “buenos procesados” que sin duda debemos aprovechar!).
Servimos tres medallones por persona, regados por la salsa (que podemos triturar o dejar tal cual) y dos cucharadas de guarnición.
¿Qué os parece? Espero que os guste mucho!
Pues si: me gusta mucho y lo hare. Tengo la salsa ademas!!!
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