Hola lectores!
Hace un par de fines de semana fuimos a cenar a un sitio nuevo que nos habían recomendado distintas fuentes y se llama Fismuler, en Madrid. La verdad es que nos encantó: la carta es muy original, los platos son todos especiales y deliciosos (desde el inocente pan con mantequilla del principio…), el local es súper chulo, espacioso, tienen una mesa de madera corrida muy grande, crean sus propios alcoholes macerando distintas especias… La cuestión es que nos pusieron un plato que fue nuestro favorito y que enseguida quisimos replicar. Allí lo prepararon con cigalas y tuétano, 2 elementos que no suelo emplear en mi cocina, por lo que en la adaptación que hoy os presento no los veréis… Pero está increíblemente bueno igual!!!
Todos los ingredientes que lleva este plato lo hacen súper rico y completo, pudiendo ser un plato único de comida o cena, llevarlo para la oficina, congelarlo…
Lo he preparado con kale, que es un ingrediente nuevo para mí y que no paraba de ver en distintos libros y blogs (sobre todo extranjeros), y el otro día cuando lo vi en mercadona como novedad no dudé probarlo! Se trata de una especie de col rizada, me recuerda a las espinacas, pero bastante leñosa y que en principio debe cocinarse para su consumo.
Otro ingrediente estrella que creo que ha contribuido a que nos guste tanto este plato (pero que para nada es obligatoria) es el tipo de garbanzos que nos pusieron en el restaurante y que nosotros compramos también: son la variedad «pedrosillanos», mucho más pequeños que los garbanzos cocidos habituales y sin nada de piel. Los he encontrado en hipercor, tanto secos como cocidos, y también los venden en cualquier tienda más o menos gourmet, a un precio no mucho más alto que los normales. Lo mejor de esta variedad es que sientan fenomenal, nada de digestiones pesadas por las legumbres, de hecho hemos tomado este plato las 2 veces para cenar y sin problema! Ahora que los he probado, creo que la próxima vez compraré muchos botes para tenerlos a mano!
Ingredientes (para 4 raciones):
- 1 bote de garbanzos cocidos de unos 500gr (como os decía arriba, os recomiendo la variedad «pedrosillanos», ya que son más pequeños y sin nada de piel, más finos y sientan mejor!)
- 1 manojo grande de espinacas o de kale (opcional pero muy recomendable)
- 1 puñado de gambitas crudas peladas congeladas (unas 12-20 gambitas)
- 3 dientes de ajo grandecitos
- media cebolla
- 2 cucharadas soperas de pimentón (dulce y/o picante)
- sal
- aceite de oliva
Preparación:
Tomamos una cazuela y ponemos a hervir agua abundante con sal. Cuando comience a hervir, metemos las espinacas o kale, previamente lavadas si no eran «de bolsita». Las dejamos unos 8 minutos, y mientras vamos preparando lo demás.
En una cazuela, a poder ser bajita (la mía de Bra me tiene loca!) ponemos un chorro de aceite a calentar a fuego suave-medio y ponemos a pochar los dientes de ajo laminados finos. Cuidado de que no se quemen! Cuando estén ya blanditos, incorporamos la cebolla previamente picada pequeña, y dejamos a fuego medio removiendo de vez en cuando, unos 7 minutos.
Añadimos las gambitas (previamente descongeladas en el microondas 1 minuto), y removemos un minuto.
Vaciamos el bote de garbanzos en un colador y los enjuagamos con el chorro de agua del grifo hasta que no salga espuma. Los echamos a la cazuela del ajo+cebolla y removemos bien.
Apartamos unos instantes del fuego y ponemos el pimentón (el pimentón enseguida se quema). Es muy abundante, y es que la idea es que sea un sabor protagonista. Removemos bien y ponemos también sal:
Volvemos a poner la cazuela en el fuego, e incorporamos las espinacas o kale que ya estarán cocidas. Escurridlas pero sin esmeraros mucho, ya que nos viene bien tener líquido para que quede un guisito rico, sin ser para nada un plato de cuchara:
Lo dejamos todo junto con la tapa cerrada a fuego suave unos 5 minutos más, para que se integren muy bien los sabores. Veréis que ya huele increíble…
➡ En principio ya está listo el plato, pero si queréis que la salsa quede más espesa, tomad un vasito pequeño de agua del grifo (fría) y ponedle una cucharada de maizena, revolvéis bien hasta que se disuelva y se lo vertéis al guiso. Esto hará que pasados un par de minutos más al fuego, la salsa quede muy espesa.
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